28 de septiembre de 2017 – 12 de noviembre de 2023
Cristóbal Antonio Retamales Castro nació el 28 de septiembre de 2017 en la ciudad de Los Ángeles, Chile. Desde el primer instante, llegó a este mundo con una luz propia, una de esas que no se apagan nunca. Hijo amado de Sergio y Jennifer, y hermano menor de Josefina, su llegada llenó de alegría los corazones de su familia, transformando para siempre sus vidas.
Vivió sus seis años en la comuna de Nacimiento, donde dejó una huella imborrable en cada lugar, en cada persona, en cada instante compartido. Fue un niño alegre, tierno, simpático y profundamente amoroso. Tenía una manera única de mirar el mundo: con asombro, con dulzura, con una felicidad que se contagiaba. Era de esos niños que, con una sonrisa, podían iluminar incluso los días más grises.
Cristóbal disfrutaba intensamente de las pequeñas cosas de la vida. Le encantaba salir de paseo, descubrir nuevos lugares, mirar dibujos animados y pasar horas jugando Roblox. Amaba estar en familia, compartir momentos simples que para él eran los más valiosos: un almuerzo juntos, una conversación, un abrazo largo. Su comida favorita incluía pizza, sushi y completos, que saboreaba con la alegría de quien sabe disfrutar la vida sin prisas.
Pero más allá de sus gustos y juegos, lo que realmente definía a Cristóbal era su gran corazón. Era un niño profundamente empático, siempre atento a los demás, preocupado por el bienestar de quienes lo rodeaban. Tenía un alma buena, de esas que se notan con solo mirarlas, de esas que hacen del mundo un lugar más amable.
Durante su vida, varias canciones acompañaron momentos importantes, marcando con melodía los recuerdos que hoy su familia atesora con amor. «Todo fue por amor» de Carla Morrison y «El cielo nunca cambiará» de Melendi son más que canciones: son refugios, pedacitos de cielo donde su presencia sigue viva, donde su esencia sigue cantando.
El 12 de noviembre de 2023, Cristóbal emprendió su viaje al cielo. Fue un adiós que llegó demasiado pronto, un silencio que dolió hasta lo más profundo. Pero quienes lo amaron saben que su partida no fue el final. Porque hay almas que no se van, que siguen aquí en cada suspiro, en cada rincón del hogar, en cada nota de esa canción que tanto le gustaba.
Hoy, sus restos descansan en el Cementerio Taboleo de la comuna de Nacimiento, pero su espíritu sigue habitando cada memoria, cada fotografía, cada palabra de amor que se pronuncia en su nombre. Cristóbal vive en su familia, en los recuerdos compartidos, en cada corazón que aprendió a amar más gracias a él.
Cristóbal fue, es y será siempre un niño feliz. Su paso por este mundo fue breve en tiempo, pero inmenso en amor. Su existencia nos recuerda que el verdadero valor de la vida está en lo que damos, en cómo amamos, en las huellas que dejamos en otros. Y Cristóbal dejó muchas.